Tentación. Capítulo VIII
No le preocupaba ser humillado ya tanto por la joven, sino más bien, el chantaje a que le sometía, que era la prueba de que no le amaba. Pero una vez más su terrible empecinamiento le volvía a hacer pensar que algún día lograría el amor de ella.
A su criterio, se le pasó el tiempo demasiado deprisa, pero decidió cumplir presto, con la orden de Eva. Recogió su mesa y se dispuso a marcharse a la hora prevista.
Llegó pronto a la casa de su nueva Dueña, lo hizo en taxi para evitar problemas con el aparcamiento, porque, aunque, al día siguiente era fiesta, le hubiese resultado difícil aparcar.
La dirección coincidía con una pequeña vivienda unifamiliar, su aspecto era de una confortable casita del típico ejecutivo de moda, situada en la periferia metropolitana.
Cruzó el pequeño jardín y abriendo la puerta penetró en el recibidor de la vivienda. Encima de una mesita se encontró un sobre. Dentro había una nota donde leyó sus primeras instrucciones.
En el cuarto de la caldera situado en el sótano encontraría su habitación. Un colchón hinchable, una manta, además de un tosco perchero donde colgar su ropa, era todo el mobiliario del que disponía. Se desnudó con premura, cosa que ya hacía con soltura, colgó su camisa, el traje y despojándose de la ropa interior subió al recibidor frente a la puerta de acceso.
Según las ordenes de la nota, debería permanecer de rodillas y desnudo hasta que alguien llegara, aclarándole, que una pequeña cámara lo filmaría en todo momento.
No sin ganas de marcharse decidió seguir con el plan, quizá por estar seguro de la mala baba de Olivia de publicar en las Redes sus fotos. El chantaje la estaba funcionando a la perfección.
Después de una interminable hora aparecieron Eva y su pareja. Ambos estaban estrenando la cuarentena y además de resultar guapos derrochaban alegría.
Mirándole con un gesto burlón. Añadió Eva.
Bueno. Ha cumplido nuestro perrito.
Ciñele Jorge, el collar con la cadena que hay en el cajón de la mesita.
Con mucho gusto cielo.
Se acercó a Juan, que de rodillas sintió una humillación indecible, al sentir como las manos del hombre le ceñían el collar, al tiempo que el varón le rozaba con su cuerpo.
Vamos a ducharnos, sube que tienes que ayudarnos a desvestirnos y luego limpiar el baño.
Ya en el dormitorio los dedos de los pies de Eva en su boca, sentada ya desnuda le hacian sentir placer. Notaba como su lengua humedecía con un placer inusuable los dedos de la mujer.
Vale perro que estas poniendo bruto.
Y levantándose sonriendo, adujo.
Voy cariño.
Metiéndose entre risas bajo la alcachofa de la ducha abrazada a su hombre.
Juan excitado en demasía esperaría quizá algo después.
Salieron envueltos en sus albornoces, fueron a la terraza donde los besos dieron paso a que el escultural cuerpo de Eva se mezclara con el de su amante.
Jorge el ocasional Partenaire de Eva, lucía un cuerpo escultural al gusto de la amante, que usaba su miembro con desvergüenza ante Juan. Los pechos de Eva se amasaban contra el dorso de él, mientras se basaban al tiempo con avidez, los jadeos de ambos anunciaban el pronto encuentro de la verga del varón, que penetrando por la puerta de los deseos de ella una y otra vez, la hacia gemir de gusto.
Una explosión del goce de ambos bastó, para anunciarle que habían acabado la fiesta.
Tras unos segundos de mutuos mimos se incorporaron para llamarle.
Ven perrito toma tu parte.
A cuatro patas casi llorando, pero con la verga empalmada, lamió el coñito de Eva y chupó la verga de Guillermo ante el regocijo de los dos que se auguraban una noche gloriosa.
sumisope.
Origen de las imagenes.