El reto de Silvia


cena

El Reto de Silvia.
Capítulo I

Jueves por la noche Silvia ha montado una sensual mesa con velas y un hermoso centro de flores. Estoy en la terraza de su ático. Brilla una hermosa luna llena con una ligera brisa que me produce en el rostro una agradable sensación.
Silvia me ha telefoneado en la mañana para citarme a cenar pidiéndome que acuda vestido de gala. Llego antes que ella a su casa, encontrándome una nota donde me explica que estará lista sobre las diez treinta, mientras tanto me anima a esperarla tomando una copa en la terraza.
Acudo enfundado en un traje oscuro, conjuntado con una camisa blanca y anudado un lazo azul. Entro en el apartamento. Me miro en el espejo de la sala y compruebo que estoy realmente atractivo.
Sentado en la mesa de la terraza me dispongo a servirme un Martini mientras contemplo el mágico firmamento que contrasta con el tráfico de la ciudad. Pasan unos minutos y aparece Silvia. Me da un vuelco el corazón. Es la mujer más hermosa que he conocido.
Viste un ceñido traje de terciopelo negro con un elegante lazo anudado por atrás. Su generoso escote destaca el nacimiento de unos hermosos senos que no se llegan a ver y donde un colgante con una esmeralda verde realza su hermoso busto. El cabello rubio se recoge en un elegante moño contrastando con la piel bronceada de su rostro que apenas precisa maquillaje. Calza unos elegantes zapatos de salón negros que realzan su imponente figura.
Se acerca a mí. Me levanto de la silla y ella me da un suave beso en los labios. Preguntándome. ¿Estoy guapa?… Yo reacciono contestándola ¡Como una Diosa!…
Ella me sonríe y exclama. ¡Te creo! Tú también me gustas. Creo que estamos geniales. Nos sentamos y empezamos a cenar Silvia sirve unas ostras mientras descorcho una botella de cava. Parpadean las velas en la romántica noche. Me levanto para servir del buffet una ternera fría acompañada de una ensalada.
Silvia me comenta que ha preferido conservar la intimidad y le ha dicho a la chica de servicio que nos serviríamos nosotros la cena. Yo la doy la razón y vuelvo a llenar las copas brindando por nuestro amor.
Después de degustar las deliciosas viandas nos servimos el café y nos disponemos a paladear una copa de un viejo brandi.
Entonces me tiende su mano y se dispone a hablar. El motivo de esta cena en la intimidad, es que quiero que vivamos una experiencia nueva estando segura que nos hará más fuertes y consolidará nuestro amor.
En un tono de voz firme pero suavemente melodioso empieza a explicarme que pasaremos unos días con Don Arturo. Continúa aclarándome que este Señor es un millonario cliente suyo que le ha propuesto que seamos sus esclavos durante unos días. Retándola a que ella no lo resistirá.
El premio será un Mercedes deportivo último modelo que es el capricho del millonario. Yo la escucho atónito. Me responde que ese auto está fabricado expresamente para él. Ella sabe que si le vence le dará una ejemplar lección de humildad.
La digo que estoy de acuerdo y que haré lo que me ordene. Nos fundimos en un abrazo  besándonos ardientemente para terminar haciendo el amor a la luz de una luna hermosa.
Suena el despertador a las siete y treinta, nos levantamos y desayunamos. Después de la ducha Silvia abre un sobre y lee las instrucciones que la secretaria de Don Arturo la entregó ayer. Debemos ponernos pantalones cortos sin ropa interior camisetas ceñidas y sandalias. Nada de maquillaje en el caso de Silvia y sin equipaje .A las ocho y treinta de la mañana nos recogerá ella para ir al aeropuerto.
Seguimos las normas al pie de la letra y preparados esperamos a que nos recojan. Suena el timbre me dirijo al teléfono interior y una autoritaria voz femenina me dice que le abra la puerta para comprobar que hemos cumplido las ordenes.
Llama a la puerta, la abro y sin dar explicaciones entra en el apartamento. Es una mujer de unos treinta años, de complexión atlética, cabellos rubios y relativamente guapa. Viste con pantalones, calza zapatos altos y no parece simpática. Mirándonos despectivamente se dirige a Silvia, la observa y le da un pellizco en un pezón para comprobar que no lleva sostén Silvia emite un gemido y esta le propina una bofetada que la hace saltar las lágrimas. Sería su primer día como una vulgar esclava.
Bajamos a la calle nos subimos a la caja cerrada de una furgoneta y esta arranca. A los pocos minutos estamos en el aeropuerto, cumplimos los trámites de embarque y pronto estamos en el avión privado de Don Arturo. Vemos a los pilotos, que no nos saludan y entramos a la cabina. Una azafata nos manda desnudarnos para Dina nuestra guardiana ponernos grilletes en los tobillos y muñecas, así como un grueso collar de cuero. Acto seguido somos introducidos en una jaula de reducidas dimensiones tapándonos con una gruesa lona. Así emprenderemos el vuelo a un destino no conocido.
Nos han dado pan y agua en un recipiente, siendo este el único alimento que hemos tomado durante el viaje. No conociendo el destino calculamos que llevaremos unas diez horas de vuelo. Por fin sentimos que el aparato ha aterrizado.

Continuará

Relato escrito y publicado por efe Enero 2001

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